martes, 24 de septiembre de 2013

Un incidente a la hora del castigo


Antes que nada agradeceros el leerlo. Esto es un fragmento que he encontrado y he querido compartir con vosotras mis rickmanianas ^^ Espero que os guste y que me critiquéis todo!! XD


Ana María se encontraba en su habitación terminando su equipaje. Estaba sola en casa, su padre había salido para hacer las últimas compras antes de iniciar el nuevo curso. Ana María tenía 11 años. Era algo alta para su edad, no tenía hermanos; tenía el cabello negro y la piel blanca como su padre, además de unos brillantes ojos negros.
Ella era huérfana de madre. Ésta había muerto en el parto.
Ana iniciaba su primer curso en Hogwarts dónde su padre ejercía la docencia.
Terminó de bajar la última maleta al primer piso cuando una ráfaga de viento salió de la chimenea del inmenso y oscuro salón. La niña se sobresaltó y dejó caer la maleta a sus pies. Una ligera polvareda salió del salón. Una tos interrumpió el incómodo silencio que había precedido a la ráfaga de viento y polvo.

  • ¿Papá?- preguntó con un ligero tembleque en la voz.
  • ....sí...- contestó una grave voz entre la tos.
  • ¿Nos vamos ya?- preguntó encendiendo la luz del salón.
  • Aún no...- se incorporó y se dirigió a su cuarto.

Éste era Severus Snape, el padre de Ana María. Era un hombre enigmático, serio, sarcástico e irónico. Siempre vestía túnicas largas y negras. Tenía el pelo largo, hasta los hombros, y negro como la noche. A veces podría parecer cruel e injusto. Era muy inteligente, pero lo que le hacía destacar era la Oclumancia, la dominaba como nadie.
La vida de Snape no había sido fácil. Prácticamente había crecido solo; y en su adolescencia, su situación no mejoró. Se escapó de la casa de sus padres a los 16 años y se instaló en la que hoy es su casa. En el colegio no era muy popular, pero sí el más brillante de su promoción. Una de sus compañeras de clase se enamoró de él y tuvieron a Ana María muriendo así ella en el parto. Los padres de ella apartaron a Ana María de Snape, y se la llevaron con ellos. Severus se quedó atormentado con todo ello, convirtiéndose en una persona más fría de lo que era. Cuando el abuelo materno de Ana murió, la abuela visitó a Snape y le entregó a la niña, que ya tenía 8 años. A partir de entonces, la vida de Snape no fue tan oscura y, empezó de nuevo a ser feliz.


  • ¿Has terminado ya con el equipaje?- preguntó Snape bajando las escaleras y colocándose frente a su hija.
  • Sí, papá.
  • Por si acaso, repasemos... ¿Varita de treinta y seis centímetros, flexible, de sauce y sangre de fénix?- preguntó mirando por encima de una lista que tenía delante de sus ojos.
  • Sí...- respondió enseñándola. Estaba en el interior de su túnica escolar.
  • ¿Caldero Peltre de medida 2?
  • Sí.- miró en el interior de su baúl.
  • ¿Juego de redomas de vidrio o cristal?
  • Cristal...
  • ¿Telescopio?
  • Sí.
  • ¿Balanza de latón?
  • Sí. Todo... ¿Por qué no me compras un gato?
  • Porque es mucho más útil la lechuza que te he regalado por tu cumpleaños ¿no te gusta?- hablaba con una seriedad algo cómica dada la conversación con una cría.
  • ...muerde...- respondió con cara de inocencia.
  • No es para acariciarla, sino para comunicarte.
  • ¿Y una escoba? Es para viajar...- le sonrió.
  • Cuando tengas 17 años podrás viajar en escoba; mientras, viajas conmigo con polvos flu que... es mucho más cómodo...- terminó acariciándose las posaderas, arqueando un poco las piernas y poniendo los ojos en blanco unos segundos.
  • Por cierto, ¿Por qué los alumnos llevamos gorro y vosotros no?
  • A mi no me preguntes, yo no he hecho la lista...- rompió la hoja e hizo desaparecer los trozos con un golpe de varita.
  • Al menos podrías cambiar el color de la lechuza ¿no?
  • El negro es un color precioso... y basta de tonterías, se te hace tarde. Tienes que coger el tren, vamos- con un golpe de varita cambió sus ropas por ropas muggles para no llamar la atención.

Snape y Ana María salieron para la estación. Cuando llegaron, atravesaron el andén nueve y tres cuartos.


  • Bueno, pues nos vemos en el castillo- dijo Ana María cogiendo su equipaje.
  • Hasta luego- dijo Snape mirándola.
  • Estoy un poco nerviosa...- sonrió la niña tímida ante la mirada severa de su progenitor- espero que el viaje no dure mucho.
  • Me temo que pasarás todo el día en el viejo tren- el tren pitó- Bueno, date prisa y monta, no lo vayas a perder...

Ana María se montó. Colocó el equipaje y, el tren comenzó a andar. Cuando Ana volvió a mirar por la ventana, vio que dónde antes había estado su padre, ya no había ni rastro de él. Se dio cuenta de que todos los padres que había en el andén saludaban a sus hijos que se alejaban poco a poco de allí y, sintió una profunda tristeza al recordar que su padre no la saludaba, que se había marchado.
A Snape le costaba mostrar sus sentimientos, y eso era lo que a veces entristecía a Ana.


. . .

Cuando el tren salió de la estación, Ana María se acomodó en su asiento y cerró los ojos. Decidió dormir hasta la hora del almuerzo. Pero el ruido de la puerta del compartimiento abriéndose, la sobresaltó.

  • Hola, ¿me puedo sentar aquí?- preguntó un chico de pelo rubio y ondulado.
  • ...pues...sí, por qué no....- estaba un poco nerviosa por el susto.
  • Me llamo Gilderoy Lockhart ¿y tú?- se puso frente a ella extendiendo una mano.
  • Ana María Snape- le estrechó la mano algo desconcertada.
  • Encantado...- le soltó la mano sonriendo. Lo cierto es que era un chico muy guapo y atractivo, con una sonrisa encantadora- ¿Es tu primer año?- preguntó sin dejar de sonreír.
  • Sí, ¿y el tuyo?
  • También, sí...- él no paraba de sonreír.
  • ...bueno...- suspiró- pareces muy feliz...
  • Sí, soy muy risueño, jovial... es que tengo motivos...
  • Me alegro por ti...
  • Bueno, en realidad tengo un motivo: soy espectacularmente guapo...jejeje...- sacó un espejo del bolsillo y empezó a retocarse las perfiladas cejas rubias.
  • Bueno, eres guapo; pero eso no lo es todo...- lo miró perpleja.
  • Tienes razón, también estoy feliz porque tengo muchas novias que han formado mi club de fans...
  • ...ah...- le dio un ligero tic en el ojo derecho.
  • Tú también deberías de tener un club de fans, eres preciosa...- la miró a los ojos- o ser una de mis más queridas novias...- le guiñó un ojo.
  • ...es muy tentador, y... me siento muy halagada; pero por ahora no me interesa...gracias...- se sonrojó ligeramente.

Gilderoy abrió su baúl.

  • Espero no haberme olvidado nada en casa... a ver...: cepillo del pelo, mis productos capilares, perfumes, la mejor selección de trajes de gala de la señora Malkings... ¡ah! ¡Se me ha olvidado el set de manicura y pedicura!
  • ¿Para qué quieres hacerte la manicura en un colegio?- preguntó desconcertada.
  • Siempre tengo que estar divino- la miró perplejo.
  • Pués dile a tu madre que te lo envíe por vía lechuza...
  • Es que en vez de comprarme una lechuza, me he comprando un gato, a las chicas les gusta más...- le enseñó un gato blanco, recién nacido, que llevaba en una cesta de viaje.
  • ...¡Qué bonito!- Ana saltó del asiento y lo cogió en brazos.
  • ¿Lo ves....?- la miró satisfecho.
  • Si quieres te puedo prestar la mía...- dijo Ana sin dejar de mirar el gatito.
  • Me harías un gran favor- Gilderoy dejó escapar el aire lentamente de sus pulmones aliviado ante el ofrecimiento de su nueva amiga.
  • Cógela. Es negra y lleva mi etiqueta: “Ana Mª Snape”. Está en el vagón de los animales, que por cierto es dónde debería de estar tu gato.
  • Es muy pequeño como para dejarlo solo allí. Ya mismo vuelvo- salió del compartimiento.

Ana María se quedó de nuevo sola. Se sentó con el gatito en su regazo ronroneando. El compartimiento se volvió a abrir.

  • Está todo lleno ¿te importaría que nos quedásemos aquí?- pregunto una chica pelirroja que iba acompañada de otra rubia.
  • En absoluto... pasad- dijo Ana dejando el gato en su cesta.
  • Gracias. Me llamo Tifany Maloy- dijo la pelirroja sentándose al lado de Ana María.
  • Yo Ana María Snape – se sonrieron- ¿También es tu primer año?
  • No, es el segundo.
  • Yo soy Jessica. Y también es mi primer año- dijo la chica rubia que se había sentado frente a Ana.
  • Entonces a lo mejor estamos en la misma casa...
  • Yo soy de Gryffindor- dijo Tifany sonriendo.
  • A mi me gustaría ser de Slytherin, como mi padre...- dijo Ana.
  • A mi también me gustaría pertenecer a Slytherin... como mi madre...- dijo Jessica cruzándose de piernas.
    Todas llevaban puesto el uniforme del colegio.

Tras esta breve conversación, se acomodaron y se limitaron a mirar la ventana. Aquel era un silencio algo incómodo, pero enseguida se rompió el hielo.
  • ¡Bueno! ¡Ya estoy aquí!- Gilderoy volvió a aparecer con varios arañazos en las mano- Me podrías haber dicho el tipo de bestia a la que me enfrentaba...- se sopló las heridas superficiales y de repente se percató de la presencia de dos nuevas compañeras de viaje- Buenos días...- sonrió y se acercó a Tifany- Me llamo Gilderoy Lockhart... un placer...
  • Yo Tifany Maloy... encantada...- Tifany se había sonrojado y no paraba de mirarlo a los ojos.
  • ...¡¿Y tu nombre, belleza?!- se fue tan rápido para Jessica que casi tropezó.
  • Jessica Maloy- también sonrió- ¿También viajas en este vagón?- pestañeó.
  • Por supuesto, mi sitio es este, justamente a tu lado...- se sentó lentamente y sin apartar los ojos de ella.

Jessica era muy guapa. Tenía los cabellos casi plateados, los ojos de un azul tan claro que a veces daba la sensación de que eran transparentes. Su piel era algo menos blanca que la de Ana y algo más sonrosada. La falda del uniforme era más corta que la de las demás, y es que era muy presumida. Llevaba perfilados ojos y labios; y desprendía un intenso olor a rosas.

Gilderoy y Jessica estuvieron hablando muy entretenidos al igual que Tifany y Ana hasta la hora del almuerzo. El carrito de la comida les proporcionó hasta el postre y siguieron igual de animados hasta la llegada a la estación.

Un tipo gigantesco llamado Hagrid condujo a los de primer año a través de un lago, montados en unas barcas. Ana María, Jessica, Gilderoy y otro muchacho iban en una. Tifany, sin embargo, al no pertenecer al grupo de los de primer año, tomo otro medio de transporte: los carruajes tirados por animales “invisibles”.

Al llegar al vestíbulo del castillo, una profesora de aspecto intimidante les estaba esperando delante de unas grandísimas puertas de roble, al final de unas escaleras de piedras que los alumnos subieron hasta quedar frente a ella.
  • Bienvenidos a Hogwarts, soy la profesora McGonagall: subdirectora- se aclaró la voz y prosiguió- Bien, en breve atravesaréis las puertas para uniros a vuestros compañeros, pero antes de eso, se os seleccionará para vuestras casas... A saber, Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Mientras viváis aquí, vuestra casa será vuestra familia, vuestros triunfos serán puntos para vuestra casa, y cualquier infracción hará que pierda puntos. Al final del año, la casa con más puntos será galardonada con la copa de la casa. La ceremonia de selección tendrá lugar en unos instantes...- se retiró y sacó la varita. Apuntó a la puerta y se volvió hacía ellos de nuevo- Seguidme.

Se dirigieron hacía las puertas que se abrieron solas. Entraron a un comedor gigantesco que, estaba repleto de estudiante de diferentes cursos, sentados en cuatro mesas repartidas a lo ancho del comedor. Al final, se encontraba otra mesa más grande que las demás, en ella se encontraban sentados los profesores. En el espacio que había entre la mesa de los profesores y las de los estudiantes, se encontraba un taburete en el que había apoyado un sombrero de mago, andrajoso y viejo.

Los alumnos se quedaron frente al taburete, McGonagall se puso detrás de él y sacó una lista su bolsillo.

  • Cuándo os vaya nombrando, iréis sentándoos en el taburete y el sombrero os seleccionará para vuestra casa. Bien...- desenrolló la lista y comenzó a leer- Gilderoy Lockhart...- Gilderoy dejó de hablarle al oído a Jessica y se dirigió hacía el taburete. Se sentó y McGonagall le puso el sombrero.
  • ...a ver...- empezó a decir el sombrero- ... ya sé: ¡Gryffindor!- gritó. Gilderoy, sonriente, se dirigió hacía la mesa de Gryffindor, donde las chicas de segundo, se levantaron para aplaudirle y piropearlo.
  • Richard Harrison...- continuo McGonagall.
  • ¡Ravenclaw!
  • Ana María Snape.
  • ¡Slytherin!- gritó el sombrero y Ana se volvió hacía la mesa de profesores buscando a su padre, pero no estaba.
  • Perdone, ¿dónde está Severus Snape?- preguntó Ana en un susurro a McGonagall.
  • Estará a punto de llegar; por cierto, sabemos que es tu padre....- respondió con el mismo tono y con una sonrisa.
  • ¡Ah! Vale... ¿pero dónde...- empezó a decir pero la profesora la interrumpió.
  • Jessica Maloy...

Jessica apareció entre el numeroso grupo de primero y se sentó sonriente en el taburete, cruzó las piernas y miró hacia Gilderoy.

  • ...mmm difícil.... a ver... sí ¡Slytherin!- dijo el sombrero y la muchacha se encaminó hacia la mesa de Slytherin. Tomó asiento junto a Ana María.

Severus apareció justo después de haber finalizado la ceremonia de selección. Él, se sentaba a la derecha del director que, se levantó y dio su habitual discurso anual.
La cena transcurrió de manera normal, sin incidente alguno. Al finalizar el banquete, los prefectos de cada casa condujeron a los nuevos a sus respectivas salas comunes.
Ana María se dirigió a su habitación, ésta compartida con cuatro compañeras de primero entre las cuales se encontraba Jessica. Antes de introducirse cada una en su cama, decidieron hacer un corro para presentarse una a una y hablar un poco de ellas misma. Empezó una chica de cabello rizado y oscuro.
  • Me llamo Mariam, soy de Escocia. Me gustaría trabajar en el Ministerio de Magia...y por supuesto hacer amigas...- se sentó en el suelo y, dio turno a otra muchacha de cabellos castaños y largos.
  • Hola, soy Elisa. Yo vivo en Londres. Aún no sé lo que me quiero dedicar cuando acabe en Hogwarts...- se sentó y dio turno a otra chica de cabellos pelirrojos.
  • Buenas noches, me llamo Nicole. También soy de Escocia como Mariam. De mayor me gustaría ser algo relacionado con el mundo del espectáculo... actriz, quizás...- se quedó con aire ensoñador y luego se sentó.
  • Mi nombre es Ana María, pero me podéis llamar Ana. Vivo en Londres con mi padre, soy huérfana de madre, ella murió en mi nacimiento, así que no la he conocido. Me gustaría ser auror, pero eso a mi padre no le parece buena idea; así que si no soy auror seré profesora de astronomía... – se sentó.
  • Bueno queriditas, llegó mi turno...- Jessica se levantó luciendo su camisón (picardías) con chal negro transparente. Llevaba unas zapatillas a juego- Soy Jessica Maloy- mientras hablaba se acariciaba el pelo y sonreía- vivo en el inusual Londres- empezó a pasear por la habitación- aún no tengo claro que carrera me gustaría hacer... pero lo que sí que tengo claro es que, en este colegio me lo voy a pasar en grande- se paró en medio del corro- ¿os habéis fijado en el montón de chicos guapos que hay aquí?
  • Por favor, Jessica; aquí no se viene a buscar novio, si no a estudiar- dijo Elisa.
  • Lo sé, amiga; pero ¿no crees que en los ratos libres que tengamos podríamos pasárnoslo bien con ellos?
  • Pués...- Elisa se quedó perpleja.
  • ¡Claro que sí!- exclamó Jessica sonriente- Al principio me aburría la idea de venir a un colegio interno, pero al final me enteré que Hogwarts es el único mixto, así que aplaudí en parte la decisión de mis padres de enviarme aquí; y ahora que he visto a tanto chico guapo.... ¡Enviaré unas felicitaciones a mis padres en cuánto amanezca!- se dirigió hacia su cama y se dejó caer- ¡Ay! ¡Buenísimas noches muchachas!

Jessica se metió en la cama y se quedó dormida enseguida. Ana María y el resto de chicas imitaron a Jessica y, también se quedaron dormidas al instante.

Al día siguiente, se iniciaban las clases en Hogwarts. Alumnos y profesores se retiraron a descansar temprano para empezar con fuerza el curso. Los horarios fueron repartidos a la mañana siguiente durante el desayuno.


  • Las dos primeras horas: Transformaciones, después: encantamientos, y luego: Defensa Contra las Artes Oscuras. Más tarde: almorzar, y después: Pociones... No están mal los lunes...- dijo Ana y después suspiró.
  • Hemos caído en la misma clase- dijo Jessica y a continuación dió un sorbo a su zumo de calabaza matutino.
  • Sí, y estamos mezclados con un grupo de Gryffindor... entre los cuales está Gilderoy Lockhart...- se lamentóAna.
  • Pues a mi me cae bien...- Jessica miró hacia la mesa de Gryffindor dónde Gilderoy estaba cortando con cuidado una tostada- Aunque parece un poco idiota...
  • Bueno, yo me voy ya a clase; quiero sentarme delante para no perder detalle de nada... es lo que me ha dicho mi padre...- Ana cogió una tostada y salió del comedor.
  • ... Entonces, yo también me voy...y así aprovecho para ver si por los pasillos me topo con algún chico...- se rió y siguió a Ana.


La clase de Transformaciones transcurrió lentamente. La profesora McGonagall explicaba en qué consistía la transformación, su utilidad, grandes magos de la historia de la magia expertos en la materia, etc. Jessica terminó por dormirse. Se sobresaltó al oír la campana que indicaba el cambio de clase.

Aún más aburrida era la clase de Encantamientos, lo único que la amenizaba, según Jessica, era la voz del profesor Flitwick, que era muy chillona y le hacía mucha gracia.

La clase de Defensa Contra las Artes Oscuras era la más interesante. Aunque, en el primer día no hicieron prácticamente nada, pudieron darse cuenta de que el profesor iba a ser uno de sus favoritos. Era joven, y muy amable. Se llamaba Remus J. Lupin.


Por fin llegó el almuerzo. Jessica parecía más animada que a primera hora. Ana María, sin embargo, comía en silencio.
  • ¿Te ocurre algo, Ana?- preguntó Jessica, que estaba sentada al lado, sacándola de su ensimismamiento.
  • ...¡No! Claro que no...- se sobresaltó.
  • Es que estás algo.... ¿distraída?
  • ...pues... será por el sueño; hasta que me acostumbre a este horario...- siguió comiendo.
  • ...y ahora Pociones... Espero que no se haga muy pesada la clase...- Jessica suspiró.
  • Yo también...- Ana María terminó de comer y se levantó de la mesa.
  • Espérame y nos vamos juntas- Jessica también se levantó.

Durante el camino hacia las mazmorras, Ana estuvo muy pensativa. Cuando llegaron a la puerta de la clase, entraron. Se sentaron en la mesa más cercana a la del profesor. Poco a poco la clase se fue llenando. Todos hablaban entre ellos.
  • Me pregunto quién será el profesor de pociones, espero que no sea muy viejo... por lo menos en Defensa Contra las Artes Oscuras me puedo entretener mirándole el paquete a Lupin que, no está nada mal...- Jessica sonrió a Ana- También espero no tener que ensuciarme hoy, cortando ingredientes de no se qué... La verdad...- el ruido de la puerta la interrumpió.
  • No permitiré ni aireos de varitas mágicas ni bobos encantamientos en esta clase, lo advierto...- empezó a decir el profesor a medida que se acercaba a su mesa. Jessica lo escuchaba boquiabierta- No creo que muchos de ustedes aprecien la sutil ciencia y precisuerte de la elaboración de pociones, no obstante, aquellos pocos elegidos...- miró de reojo a Ana- que posean tal predisposición...- hizo una breve pausa en la que se cruzó de brazos y continuó- Conseguiré enseñaros a embrujar la mente y a confundir los sentidos; os enseñaré a embotellar la fama, a elaborar la gloria, e incluso, detener a la propia muerte...- se dirigió hacia su silla y se sentó si apartar la mirada de la clase- Bien, ahora empezaremos el tema 1: Pociones esenciales. Abrid los libros por la página 8- abrió su libro y empezó a leer.
  • ...vaya... que hombre tan... atractivo...- dijo Jessica en un susurro y sin dejar de mirar a Snape- creo que las clases de pociones no van a ser tan aburridas como creía...mmm...
  • ¡Jessica, por favor!- le regañó Ana en voz baja.
  • ¿Qué pasa? ¿Estás celosa...?- preguntó sonriendo maliciosamente.
  • ¡Es mi padre!
  • ¡¿En serio?!- elevó un poco la voz y Snape se detuvo.
  • Quizás la señorita...- alzó una ceja en señal de pregunta.
  • Maloy, señor- respondió Jessica con una sonrisa.
  • ...Maloy... quiera tener el primer castigo del año...
  • No, señor.
  • ¡No me conteste!- se sobresaltó Snape.
  • No, señor.
  • Cinco puntos menos para su casa.
  • Soy de Slytherin, señor- respondía sonriente- le estaría quitando puntos a su propia casa ¿no?
  • Castigada después de clase- sentenció el profesor y dio un golpe a la mesa que hizo sobresaltar a toda la clase, menos a Jessica.

Al finalizar la clase de pociones, todos salieron de la mazmorra, excepto Jessica; se había quedado sentada en su sitio. Estaba sentada con las piernas cruzadas, sonriendo y tocándose el pelo. El profesor terminó de redactar una nota y dejó la pluma en el tintero. Se levantó de la mesa lentamente y se puso frente a la sonriente Jessica.
  • Bien... ¿No le avergüenza ser la primera alumna castigada del ...- empezó a decir.
  • Pues...
  • ¡No me interrumpa!- dio un golpe en la mesa de Jessica que no terminó con la sonrisa de ésta- Piense que en Slytherin no toleramos esta actitud... no me interesa que perjudique a esta casa... de modo que no tolerare otra muestra de su descaro en mi clase o en ninguna otra, puesto que soy su responsable; o- mientras hablaba acercaba su cara a la de Jessica para intimidarla, cosa que no funcionaria con ella- haré que la expulsen de Hogwarts... ¿entendido?- terminó de hablar y esperó su respuesta alzando la ceja de nuevo.
  • ¿Ahora puedo hablar?- se quedó un poco ensimismada mirando los ojos del profesor.
  • Señorita Maloy...- suspiró violentamente y se incorporó- espero que a partir de mañana tenga una nueva predisposición... de lo contrario, ya sabe a lo que se expone... ¿Lo ha comprendido?
  • ...sí...
  • Sí, señor- la corrigió.
  • Sí, señor- se levantó de su silla- ¿Me puedo ir ya? Tengo apetito...- lo miró con cara de buena.
  • Mañana, a la misma hora estarás en mi despacho. Te enseñaré a comportarte...- le hizo un gesto con la cabeza para que saliera de clase.
  • ...¿No va a comer?
  • Eso no es de su incumbencia- dijo Snape sentándose de nuevo en la mesa y volviendo a escribir mientras Jessica salía de la mazmorra.

Jessica llegó al gran comedor dónde Ana comía distraída. La hija de Snape ni siquiera se dio cuenta cuando Jessica se sentó a su lado.

  • Hola- dijo Jessica cogiendo sus cubiertos.
  • ¡Ah! Hola... No te he oído llegar...
  • Mañana tengo otro castigo con tu padre...- dijo sonriendo- del que por cierto me tienes que hablar...
  • ¿Por qué estás tan alegre de estar castigada? Y ¿por qué te tengo que hablar de mi padre?- Ana se molestó.
  • En primer lugar: estoy contenta de pasar con tu padre unas horas a solas...- explicó más alegre que nunca- Y en segundo lugar: me tienes que hablar de él para que pueda conquistarle...- comió un poco de pan.
  • ¡¿Qué, qué?!- Ana se atragantó.
  • No por ahora, pero esperaré a estar en el último curso en Hogwarts, cuando sea mayor de edad...- Jessica siguió comiendo con tranquilidad.
  • ¡Pero ¿tú estás loca?!- Ana María parecía fuera de sí. Varios estudiantes empezaron a mirarla.
  • Claro que no tonta... solo digo que conquistaré a tu padre cuando sea mayor de edad, para que no haya ningún inconveniente... Mientras, me puedo divertir con el que quiera; de mi edad, claro. Gilderoy me ha pedido que sea su novia y, creo que le voy a decir que sí después de cenar...
  • Bueno... si tú crees que mi padre se va a fijar en una niña...
  • Se fijará en una mujer, te he dicho que lo conquistaré apenas cumpla los 17...
  • Jessica...- Ana empezó a reírse.
  • ¿Qué pasa?
  • Cuando tengas esa edad...- siguió riéndose- mi padre será más viejo que ahora... No creo que te guste tener de novio a un viejo ¿no?
  • Tonterías. Yo tengo 11 años, hasta los 17 tienen que pasar 6. Tú padre tendrá unos...
  • Unos 38...- Ana no dejaba de reírse- ... y cuando tú tengas 17 el tendrá...44... Hecho un chaval...
  • Me da igual... a mi me gustan maduros...- replicó Jessica.
  • Pero mi padre estará pasado...- se rió con más ganas y cuando se calmó dijo- Anda, sal con Gilderoy y olvídate de...- se quedó sin habla cuando Lupin pasó por su lado, hacia la mesa de los profesores. Ana lo siguió con la mirada.
  • ¿Qué me olvide de qué, pillada?-Jessica le inquirió sonriendo, pues se había dado cuenta de cómo miraba a Lupin.
  • ...de... de... conquistar a mi padre...- dijo volviendo la mirada hacia Jessica la cual estaba divirtiéndose de la cara de alelada que se le había quedado a Ana.
  • ...bueno, me parece que no soy la única a la que le gusta un profesor...- dijo tomando la copa y bebiendo un sorbo.
  • Calla Jessica, por favor...- Ana María estaba totalmente sonrojada.
  • No pasa nada, tonta; Lupin no está nada mal. Consigue que te castigue ¿eh?- le guiñó un ojo.
  • No voy a hacer eso...
  • Pero a que sí que te gusta ¿eh?- la rubia le dio con el codo a la morena- A mi me lo puedes contar; yo te he contado que me gusta tu padre...
  • Esta bien... Sí, me gusta Lupin... Pero es un amor platónico, nada más.
  • ¿Por qué no haces lo que yo y, esperas hasta la mayoría de edad para conquistarlo?
  • Eh...Espera un momento; tú te has decidido conquistar a mi padre sin saber si está casado o no...- se enfadó.
  • No seas ridícula, Me has dicho que eras huérfana de madre y, por lo tanto, Snape viudo... Que poca memoria tienes...
  • ...sí... lo siento... pero estoy un poco...
  • ¿Atontada?
  • Sí... ¡No! Quiero decir agotada... me voy ya a la cama... buenas noches...- Ana se levantó de la mesa y se fue.

Jessica no pudo dormirse hasta bien entrada la madrugada. No podía dejar de pensar en el castigo con Snape. Estaba impaciente por cumplir la mayoría de edad, quería que el tiempo pasase rápido. Quería convertirse cuanto antes en una mujer, quería dejar de ser una adolescente, una niña. Apenas pudo comer nada en el desayuno; no cesaban sus miradas hacia la mesa de los docentes, donde se encontraba su profesor de pociones comiendo.
Llegó la hora del castigo; Jessica se dirigió hacia el despacho de Snape con decisión. Cuando llegó a la puerta, la golpeó con energía.
  • Adelante- la voz de Snape sonó desde el interior del despacho.
  • ¡Ya estoy aquí!- entró Jessica con un todo de lo más jovial.
  • Modera tu tono- ordenó serio.
  • Sí, señor...- respondió l joven sonriendo.
  • Siéntate...- Snape la siguió con la mirada.
  • ¿Qué sorpresa me tiene preparada.... señor?- se sentó en su sitio.
  • ...no puedo con ella...- pensó el profesor- vas a ordenar estos viejos archivos....- se acercó a una caja que había en el suelo- por orden.... alfabético...- se agachó para coger la caja y se le rajaron la parte de las posaderas de los pantalones, dejando a la vista sus negros calzoncillos.
  • ¡Vaya!- exclamó Jessica excitada, divertida.
  • ...demonios...- Snape se levantó de inmediato y se cubrió con las manos.
  • ... esto... si me permite...- Jessica se acercó al azorado profesor- ... tienen arreglo, no se preocupe...
  • Ahora vuelvo...
  • Espere; yo puedo arreglárselos...- se ofreció con una leve sonrisa.
  • ¿Sabe repararlos?- el profesor se extrañó- Son hechizos algo complejos para su edad...
  • Mi abuela me los enseñó... vuélvase...- Jessica acentuó su sonrisa cuando Snape dejó al descubierto la raja de los pantalones.
  • Rápido- ordenó el profesor.
  • Creo que sería mejor que se los quitase y los reparara sin que los llevara puestos...- contuvo la risa.
  • ¡¿Cómo!?- Snape se escandalizó.
  • Por seguridad, señor...

Tras unos momentos de duda, Snape decidió acceder; él no tenía ni idea de hechizos domésticos y, tampoco quería que nadie viera aquel accidente.
  • Hágalo lo más rápido posible...- se tapó la parte delantera con las manos.
  • No se preocupe...- Jessica cogió los pantalones del profesor que, aún estaban cálidos por el calor corporal de Snape- ...estarán enseguida....- con un movimiento de varita, la raja de los pantalones, desapareció- tenga...
  • ...bien...- Snape se los volvió a poner- supongo que... debería perdonarle el castigo...
  • ¡No!... digo, como quiera, señor...- Jessica le sonrió.
  • Espero no tenerle que volver a castigar... – Snape se volvió a sentar en su silla- puede marcharse...
  • Hasta mañana... señor...- dijo Jessica dirigiéndose hacia la puerta.
  • Y ni qué decir tiene que, nadie debe saber de este pequeño incidente....Maloy- la fulminó con la mirada.
  • Por supuesto que no, señor- Jessica salió del despacho de Snape tratando de no reírse.

    Escrito por Jessica

domingo, 25 de agosto de 2013

Un castigo Divino

Como cada viernes tras el almuerzo, a los de 7º de Slytherin les tocaba pociones. Compartían la clase (como es habitual) con los de Gryffindor.
Jessica conversaba con un par de compañeras alegremente a la espera de la llegada de Snape. Se encontraban en el pasillo, esperando que el profesor
les abriera la puerta de la mazmorras donde cada día impartía sus clases.
Jessica había pasado la mayor parte de su tiempo en Hogwarts castigada en el despacho de Snape. Y eso era lo que buscaba para esa tarde de  viernes:
pasar unas horas a solas con su profesor favorito. Estaba pensando qué hacer para conseguir ese castigo tan deseado cuando, de repente, Snape abrió
agresivamente la puerta de la mazmorra:
- Adentro...- dijo sin apenas mover los labios y mirando de manera altanera a sus alumnos.
- Buenas tardes, señor...- Jessica pasó sonriente mascando chicle por delante de Snape.
Él se limitó a ignorarla y cerrar la puerta con un golpe seco.
Snape se dirigió a su mesa y desde alli pasó lista. Al comprobar que todos sus alumnos estaban presentes, cogió su libro de pociones y pasó las hojas
suavemente.
Jessica no dejaba de observale. Cualquier gesto, cualquier sonido que hiciese Snape a Jessica le parecía lo más excitante y morboso del mundo. Suspiró
cuando él comenzó a hablar de nuevo.
- Como dudo que sepáis... esta.. noche habrá luna llena..- recorrió con sus oscuros y brillantes ojos el alumnado, reservando un especial odio para los
de Gryffindor.
- ¡Auuuu!- Jessica imitó a un lobo para empezar a molestar a Snape.
- ... Y- Snape hizo caso omiso a Jessica- esta tarde vamos a preparar un repelente de hombreslobo...- Snape dejó el libro sobre su escritorio y empezó a recorrer
la clase- Página 345..- se detuvo junto a Jessica- Encontrareis que las instrucciones son más que complicadas... En los armarios del fondo disponeis de todos
los ingredientes que esta poción precisa... Aquel que logre realizar correctamente la poción antes de finalizar dos horas... Obtendrá un permiso especial para
tener un día libre fuera de Hogwarts... Podeis comenzar... Ya...- Snape se sentó en su escritorio bajo la atenta mirada de Jessica que no pensaba hacer nada
bien para conseguir no ese día libre, sino un castigo.

Todos los demás alumnos se levantaron de sus asientos. Comenzaron a colocar sus calderos sobre las llamas y se dirigeron a por los ingredientes que necesitaban.
Jessica iba muy lenta a propósito. Se levantó a por algunos ingredientes cuando ya todos sus compañeros los tenían sobre sus mesas de trabajo.
- Veamos..- dijo Jessica ojeando la lista de ingredientes-... cilantro...Ortiga morada... aja.. pelo de unicornio... - Jessica sonrió levemente al comprobar que no
había- Creo que ya sé cómo voy a conseguir el castigo esta tarde...

Jessica regresó a su mesa. Todos los calderos a su alrededor comenzaban a emitir olores de todo tipo. Humos de todos los colores y espesuras. Mientras que Jessica
comenzaba a introducir por orden los ingredientes de los que disponía. Empezó a remover y al llegar el momento en el que tenía que añadir el pelo de unicornio,
su poción comenzó a emitir fuertes humaredas negras. Sin duda estaba haciéndilo fatal.

Snape levantó la cabeza al percibir el desastre que comenzaba a tener lugar en la mesa de trabajo de Jessica.
- Pero ¿Qué...?- se levantó rápidamente mientras los alumnos comenzaban a alterarse por la humareda oscura que cubría más de la mitad del aula- ¡Salgan de aqui!-
gritó Snape con la varita en ristre- ¡Salgan del aula y tapense la cara!

Todos los alumnos salieron despavoridos al pasillo mientras Jessica observaba cómo Snape se tapaba boca y nariz con  su túnica y comenzaba a hacer remitir,
mediante magia, el humo azabache. Cuando el profesor hubo extinguido todo humo, dirigió una mirada furiosa a Jessica. Ella permanecía sonriente alli
con la cara teñida de negro.

- Creo que me he equivocado...- dijo ella con un deje de euforia.
-... Maloy....- Snape estaba lívido- ¡La espero en mi despacho después de la cena!- gritó furioso- Ahora, salga de aqui inmediatamente...- con un gesto de mano
la invitó a salir de la mazmorra.

Jessica se dirigía al gran comedor más contenta que unas castañuelas. Pasaría unas horas a solas con Snape aquella noche.
- No entiendo por qué estás tan contenta... Estás castigada un viernes noche.. ¡Y con Snape! No te entiendo...- decía Karen, otra alumna de Slytherin.
- Es un plan perfecto para un viernes... Al menos para mi, querida...- dijo Jessica y a continuación le dio un bocado a un trozo de pollo que tenía en el tenedor.

Cuando Snape se levantó de la mesa de profesores se dirigió hasta donde estaba Jessica terminando de cenar.
- Cinco minutos, Maloy...- dijo al pasar por su lado y se fue rápidamente.

Jessica se levantó de la mesa y salió del Gran Comedor. De camino al despacho de Snape decidió cambiarse un poco. Abrió su blusa dejando un poco más
al descubierto sus suntuosos senos, se estrechó y acortó la falda hasta hacerla casi imperceptible, se perfumó y se maquilló un ápice.

Al llegar a la puerta del despacho, llamó levemente. Esperó la respuesta de Snape.
- Adelante..- dijo él desde dentro y Jessica empujó la puerta con suavidad.
- Ya estoy aqui... de nuevo...- dijo ella sonriendo y acercándose al escritorio donde Snape estaba escribiendo algo en un pergamino.
- Siéntate- dijo mientras doblaba el pergamino y lo guardaba en el primer cajón del escritorio. Levantó la vista hacia Jessica y continuó hablando- No entiendo
cómo una Slytherin con tus cualidades y habilidades pueda acabar siempre en el despacho de un profesor castigada como cualquier vulgar alumno de Hogwarts...
Como responsable tuyo, me veo obligado a rectificar tu actitud e intentar incultarte los valores que nuestra casa tiene y, los que debemos preservar por encima
de todo...

Mientras él hablaba, Jessica no dejaba de mirarlo sonriente, excitada, sin vergüenza... No le importaba lo más mínimo lo que estuviera diciendo su querido
profesor, tan solo le importaba estar alli frente a él, a solas...

- ... es por eso que no sé si los castigos que te imponga servirán de algo...- concluyó Severus con un suspiro algo desesperado.
- Profesor.. le agradezco tanto su dedicación conmigo...- Jessica se acercó a él mordiéndose el labio levemente. Se apoyó en el escritorio dejando a la vista
de Snape su prominente escote- Pero.. ¿aún sigue siendo un misterio para usted el por qué de mi conducta...?- rió.
- ... eres una impertinente...- dijo Snape casi en un susurro sin dejar de mirarla directamente a los ojos, leyendo su mente por primera vez.
- Sabes perfectamente que no soy unaa estúpida... Sé que no te soy del todo indiferente...- Jessica se subió al escritorio y se acercó al profesor sensualmente,
a 4 patas.

Snape notó cómo de pronto su boca se había quedado seca. No sabía por qué su cuerpo no le respondía, no entendía la razón que lo llevaba a quedarse esperando la
cada vez más próxima cercanía de su alumna. Su respiración comenzó a agitarse cuando los labios de Jessica apenas rozaron los suyos. Inspiró profundamente
el dulce aliento de la Slytherin antes de percibir el jugoso y húmedo beso de Jessica.
Jessica se retiró sonriendo al comprobar el efecto que había provocado en él. Se sentó en el borde del escritorio y abrió sus piernas. Snape se percató de la
ausencia de ropa interior de la jóven. Entrecerró sus ojos y se acercó a ella de nuevo. La tumbó en la superficie pulida de su escritorio y la penetró con los
dedos. El contacto con su húmeda y candente vagina aumentó aun más la erección bajo sus oscuros pantalones. Ella gimió levemente retorciéndose por el placer
de aquellos dedos largos y suaves.
Snape agitó su varita y unas cuerdas aparecieron de la nada amordazando las muñecas de Jessica. Snape se deshizo de su túnica y caminó alrededor del escritorio
observando cómo la muchacha yacía extasiada, observándolo.
Snape arrancó la blusa blanca de la jóven con sus propias manos. Tenía un expresión que a Jessica le pareció entre sombría y sexy. Snape se acercó a la cara
de ella y la obligó a girar el rostro hacia él. Se introdujo la mano en los pantalones y descubrió su vigoroso pene. Agarró la cabeza de Jessica y comenzó
a penetrar su rosada boca virgen. Sin el menos reparo, ella comenzó a chupar con impetu mientras era obligada por su querido Snape.
Él interrumpió fruscamente la mamada. Agarró su falo, duro como una piedra y comenzó a restregarselo por la cara. Líquido preseminal recorría lentamente el prepucio
del profesor. Jessica lo lamió lascivamente. Snape arrancó el delicado sujetador de la muchacha y comenzó a chupar desesperadamente los pezones rosados y endurecidos.
- ...siempre imaginé este momento tal y  como está siendo...- dijo entrecortadamente Jessica.
Snape liberó sus muñecas de las cuerdas. Le habían dejado una profunda marca, casi ensangrentada; pero eso no le importó. Snape bajó despacio desde los enormes
pechos de la jóven hasta su caliente vulva. Aspiró intensamente el olor que desprendía y acercó su lengua para empezar a recorrerla poco a poco. Saboreando sus
fluidos vaginales. Introdujo la lengua dentro de la vagina y comenzó a succionar mientras movía la lengua de un lado a otro. Notó cómo las paredes de la vagina
de Jessica se contraían y, de pronto, un sonoro orgasmo llenó el despacho de Severus.
Él no pudo contenerse más y se subió encima de ella para cabalgarla por primera vez. Colocó rápidamente las piernas de la Slytherin a ambos lados de su cadera
y comenzó a penetrarla violentamente. Jessica volvió al climax de nuevo agarrando el pelo de Snape. Cuando hubo remitido su segundo orgasmo, llegó el turno de
Snape. El profesor eyaculó dentro de Jessica. Tan abundantemente que antes de vaciarse por completo, el semen sobresalía de la vagina recorriendo ano y escritorio.
Un exhausto Snape yacía encima de Jessica. Por fin había alcanzado su meta. Ahora, las sesiones nocturnas serían más divertidas.
Bueno aquí os traigo la segunda y ultima parte de la huida , no veas que calor escribiendo esto y con mas de 35º en el cuarto..... espero que lo disfruteis y os guste (^_^)


La huida 2ª Parte

En cuanto Carmela piso un pie en la calle de Londres se desapareció con destino a su pequeño piso en aquella ciudad solo lo usaba cuando no tenía ninguna misión de los mortifagos o simplemente cuando quería relajarse, no era un piso muy grande su salón, cocina, dos dormitorios baño y una pequeña terraza.

Sin hacer mucho ruido al abrir la puerta hizo pasar el cuerpo del profesor Snape ya que eran altas horas de la madrugada y lo condujo hasta su habitación decorada con un verde oscuro y una cama grande de un verde similar , en todo el trayecto el profesor no había despertado ni había hecho ningún gesto así que Carmela se empezaba a preocupar de qué tipo de hechizo le hubiesen lanzado, primero probó con un aquamenti a la cara a ver si con agua serviría, en aquel justo momento se dio cuenta que de la frente de Severus brotaba un pequeño hilo de sangre, lo primero era intentar despertarlo  y luego curar la herida así que probó a lanzarle un finite incantatem y esperó a que diera resultado.

Poco a poco el profesor empezó a abrir los ojos y por fin Carmela se quedó un poco mas tranquila la primera parte estaba hecha ahora habría que curarle la herida por lo que se levantó de la cama y se dirigía al baño a por alcohol y algodón

-¿Dónde estoy? ¿Que ha pasado?- preguntó Snape todavía medio aturdido por la situación

-No te preocupes Severus, estas en mi casa es un lugar seguro – dijo Carmela a sabiendas que aquel era el lugar más inseguro para Severus Snape, ella lo tenía donde quería en su pequeño apartamento alejado de todo el mundo que conocían y decidida a que aquella noche el profesor caería a sus pies o mejor dicho a sus encantos.

Carmela llevaba años enamorada del profesor de hogwarts, y eso al profesor no se le había pasado por alto, en muchas ocasiones la chica lo miraba a los ojos directamente y mientras esos ojos se posaban en los verdes oscuros de ella su mente vagaba en las miles de fantasías y formas de seducirlo que se le habían ocurrido durante todos los años de clases cuando Snape apartaba la mirada bruscamente es porque había visto gracias a la legeremancia todo lo que pasaba por la cabeza de Carmela. Esa noche lo tenía allí donde ella quería no iba a dejar pasar la oportunidad de por lo menos robarle un beso o lo que surgiera.

Carmela volvió a la habitación con el bote de alcohol decidida a seducirlo de todas las maneras que se le ocurriesen

-Ya tengo el alcohol, hay que limpiar esa herida bien o si no se te puede complicar, seguramente te la hiciste al caer al suelo con algún ladrillo que había en el suelo.

-¿Por qué me desmaye?- preguntó el profesor

-Un hechizo de la nada te dio en la cabeza- contesto la chica que en ese momento tenía el algodón preparado para limpiar la herida de Snape- esto te va a picar un poco así que aguántate un momento – dijo con un tono un poco burlón

En aquel momento mientras Carmela estaba ocupada con el algodón en la frente de Severus los ojos negros de este como otras tantas veces se habían posado en aquellos verdes oscuros de la chica, ella se dio cuenta, aquel era el momento oportuno para robarle un beso ya que el profesor estaría indagando en la mente de ella, tenía que ser rápido y conciso así que se lanzó.

Sin apartarle la mirada hasta que cerró los ojos cuando sintió su respiración a milímetros de su boca, junto sus labios con los suyos aquellos labios que tantas veces había deseado, el beso fue largo y Snape para asombro de la chica no hizo ningún movimiento para apartarla de encima, había aceptado que lo tenía acorralado y aquella noche no podría escapar a sus encantos, aquellos encantos que había sorteado desde hacía varios años por lo que al separar los labios y mirar otra vez fijamente a la chica sus ojos un brillo de picardía y pasión relucía en ellos por lo que le devolvió el beso y  la abrazo por la cintura para que esta se tumbara a su lado en la cama, este beso no era como el de antes calmado y lleno de amor, este era salvaje, apasionado los dos mordían el labio de uno y del otro, Carmela sabía que había ganado y aquello ya no podría parar por lo que empezó a desabrochar la túnica del profesor y este hizo lo mismo con la camisa de ella que estaba sentada justo en las piernas del profesor sintiendo su miembro un poco abultado, aquello la estaba poniendo bastante excitada, quería hacerlo lento pero la pasión del momento le impedía calmarse, Snape no dejaba de besar cuello y boca , sus manos se pasaban de la cintura al trasero de esta.
Carmela empezó a quitar los apretados pantalones del profesor poco a poco, dándole tensión al momento y disfrutando de tener al hombre con el que había soñado durante tantos años a sus pies.

Al quitar el pantalón dejo al descubierto unos bóxers negros muy apretados y con el pene del profesor casi saliendo de ellos, aquello no hacía nada más que ponerla más a tono y hacerla entrar en más calor si se podía, así que ella misma guió a Snape a desabrocharse el sujetador haciendo que su miembro llegara a un tamaño bastante bueno y luego sus pantalones los dos estaban en calzoncillos y bragas respectivamente. La chica metió la mano dentro de los calzoncillos para empezar a masajear su pene , él hizo lo mismo con el clítoris de esta los dos estaban a punto de correrse por lo que la chica con un toque de varita hizo aparecer un preservativo en el pene del profesor , ya estaban más que listos y excitados para la penetración, el profesor no tardo nada en llevar su miembro hasta la vagina de esta y con un pequeño movimiento y un gemido de esta la introdujo , el movimiento empezó lento con buen ritmo con ambas manos posadas en su trasero y sus labios en los labios de esta ,el ritmo de la penetración comenzaba a ir mas y mas rápido llegando así al clímax


Snape saco su miembro lentamente y se tumbo junto a Carmela en la cama , la chica tenía una cara sonriente de victoria a la vez que estaba extasiada , aquella noche había sido la mejor de sus vidas para ambos, como una mala huida había dado a que follarán aquella noche. 

Carmela Seixar

sábado, 24 de agosto de 2013

 La huida cuenta de dos partes, espero que les guste la primera a mis RickmanianasLocas......

La huida 1ª Parte

Los hechizos pasaban rozando la cabeza de los mortifagos y de los miembros de la orden del fénix, todos contra todos , los dos bandos estaban en el ministerio de magia unos intentando acceder al departamento de misterios por orden del señor tenebroso y otros intentando que estos no pudiesen conseguir su objetivo ,coger la profecía que unía el destino de Harry Potter y el que-no-debe-ser-nombrado, algunos salian corriendo a la mínima que se lanzaba un hechizo ,otros en cambio como Severus Snape y Carmela Seixar, mortífagos intentaban defenderse de los ataques de los miembros de la orden.

-Desmaio, Rictusempra, Flipendo – lanzaba uno tras otro Carmela mientras retrocedían por los pasillos del ministerio, les superaban en número ellos eran tres y los miembros de la orden aquella noche eran por lo menos diez que se pudiesen contar parecía que les hubiesen dado un chivatazo de que aquella noche intentaran colarse en el departamento de misterios.
-“Narizota” (Nombre en clave de Snape para que los de la orden no supiesen quien estuviese allí) tenemos que largarnos de aquí o nos pillarán y directos a Azkaban- le decía Carmela a Severus

-Primero tendremos que encontrar de nuevo los ascensores –respondió Severus.

-Creo que tengo una idea- dijo Carmela mirando de reojo por la esquina para intentar ver si venia alguno de la orden- cuando estén cerca derrumbamos el techo y de alguna manera subimos al siguiente piso que es donde están las cabinas de teléfono que dan a la calle ¿Qué te parece?

-Lo veo difícil.... ¿Cómo subimos al siguiente piso?-preguntó Snape con un gesto un poco escéptico por el nuevo plan de de su compañera.

-Pues muy fácil, con ascendio, de verdad “narizota” hay días que no das pie con bola- respondió ella con ese tono de despreocupación que la caracterizaba.

-Ah...muy ingenioso... se nota que eras una de mis mejores alumnas-dijo Severus con un tono de sorpresa nada habitual en el que parecía que siempre lo sabía todo.

Los dos empezaron a lanzar hechizos a la oscuridad para atraer a los miembros de la orden que estuviesen en aquel pasillo para poder así salir sin que les atraparan tras una cortina de escombros.

Los tenían a unos metros así que hicieron una cuenta atrás a la vez para coordinar la defensa de los posibles hechizos que lanzaran hacia ellos mientras abrían el agujero para escapar por el techo:

-tres...dos...uno... bombarda máxima- lanzaron los dos a la vez hacia el techo, una nube de escombros y polvo les rodeaba era el momento para salir de allí sin ningún tipo de problema, pero la nube de polvo tapaba a los miembros de la orden y no vieron de donde salió aquel hechizo que fue directo a la cabeza del profesor, tan rápido como pudo Carmela lo sujeto y entonando un ascendio subió el cuerpo de Snape inmóvil y el suyo al siguiente piso


-Ains “narizota” hoy no es tu día y ahora me dejas sola y me tengo que encargar de todo, mobilicorpius- lanzo hacia el cuerpo de Snape inerte para que le siguiera hasta la cabina de teléfono muggle que daba a las calles de Londres y allí desaparecerse a un lugar seguro e intentar despertar al profesor.

                                                                                                           Carmela Seixar

miércoles, 21 de agosto de 2013

ENCUENTRO EN LA BIBLIOTECA

Esa tarde Astrid estaba en el salón de maestros pensando seriamente en dañar a algunos sangre sucia, pero sabía que tendría que ser discreta pues nadie debía enterarse que ella pensaba en dañarlos.
Astrid tenía ya 10 años trabajando en Hogwarts dando clases de Estudios Muggles, pero solo había entrado como espía de los mortífagos, de hecho ni todos los mortífagos sabían de su existencia, había estado trabajando tan secretamente como fuera posible, ni siquiera Snape lo sabía.
Snape, ese hombre tan interesante a quien con solo verlo le había ocasionado un orgasmo. Lo cual no era muy normal en ella, que supuestamente era frígida.
Tras pensarlo varios años Astrid pensó que era el momento de divertirse un rato con los sangre sucia y fue directo a la sección prohibida de la biblioteca. Claro que era prohibida pero para los alumnos, no para los profesores.
Al entrar no había nadie, era extraño, se fue directo a la sección prohibida y encontró cara cara a Severus Snape, quien al verla se sorprendió tanto como ella. Los dos estaban aturdidos, algo raro sucedía. Ninguno dijo una sola palabra, solo se miraron profundamente.
Astrid giro la cara para ver si nadie venía entonces el le dijo: No habrá nadie aquí, di la orden de que necesitaba la biblioteca para mi solo.
Ella no dijo nada, se quedo quieta mirándolo mientras él sin ningún aviso ni nada acercó sus manos para tocar sus senos, en los cuales se notó la reacción inmediata pues sus pezones se pusieron duros, él le toco ambos senos sin miramientos, de manera salvaje, para luego bajar sus manos por su cintura y finalmente tocar su pubis, el cual para ese momento estaba empapado, fue cuando ella al fin reacciónó y se acercó a él para tocar su miembro, el pene para entonces estaba completamente erecto, mientras se tocaban los genitales comenzaron a besarse, las lenguas se retorcian en sus bocas, entonces ella comenzó a desabrochar botón por botón la túnica del profesor, al ver su pecho desnudo comenzó a besarlo desde el cuello hasta el ombligo, para luego bajar hasta los pantalones los cuales quitó de un tirón y comenzó a chupar con frenesí el pene de Severus, el gemía y se excitaba de maneras nunca antes sentidas, ella seguía chupando, lamiendo, el pene, los testículos, los dos estaban vueltos locos, y ya nada los podría interrumpir, los libros a su alrededor eran los únicos testigos de aquellos momentos, de pronto él tuvo una eyaculación fuerte, la leche salió en chorros del pene de él, mientras Astrid la tragaba extasiada de placer.
Ahora era su turno, Severus la tomó entre sus brazos, y la desnudo poco a poco y cuando la vio desnuda ante él comenzó a besar sus senos, a estrujarlos con sus manos para después besar cada parte de su cuerpo hasta llegar a la vagina, comenzó a chuparla, a darle lengüetazos, ligeras mordidas, después sacó un aparato parecido a un pene, ella comprendió que era un vibrador y él se lo empezó a meter en su vagina, así que en momentos Astrid sentía la lengua de Severus, y en momentos era el vibrador, ella tuvo un orgasmo lo cual era algo nuevo para ella, nunca en su vida había sentido uno.
En ese momento Severus la cargo por la cintura y sentado en una silla, la montó sobre él y la penetró una y otra vez, sin parar en ningún momento. El pene de él había crecido en proporciones extraordinarias, y ella se sentía extasiada con semejante aparato dentro de ella.
Cuando al fin terminaron ella realmente ni siquiera recordaba porque estaba en la biblioteca, para entonces que le importaban los sangre sucia o los muggles, solo deseaba regresar a esa biblioteca y follar un sin fin de veces con el adorado profesor Snape.
Él se alejó de ella sin decirle palabra, pero con su mirada le indicó que él estaría ahí siempre que ella quisiera.
Entrevista sorpresa

Hoy hace un mes cuando tuvo lugar la entrevista más ardiente de mi vida.

Un día recibí la llamada de la empresa según yo más importantes de software. Me citaron al día siguiente a las 11:00 de la mañana.

La ropa que me puse en ese día fue: un sujetador con encaje negro y unas bragas que hacían conjunto con el sujetador. Unos ligueros simples negros con unas medias también negras. Una camisa blanca y por encima de ella un mini corset de terciopelo negro, y una falda de cuero negro que me ceñía bien el trasero. Fui toda contenta a la entrevista, me hicieron esperar unos cinco minutos hasta que una secretaria me pidió que pasara al despacho del jefe de RRHH.

La habitación estaba a oscuras, las persianas bajadas, las luces apagadas y solo había un flexo encendido iluminando a la parte de una mesa y a un sillón de cuero blanco y amplio.

Pensaba que no había nadie, hasta que una voz me dijo: Bienvenida a esta entrevista donde tu futuro será de los mejores si haces todo lo que yo te pida. ¿Aceptas las condiciones?

Yo, picada de la curiosidad y con ganas de formar parte de la empresa dije que aceptaba.

Primero me hacía preguntas típicas,¿Por qué quería trabajar con ellos?, ¿Qué experiencia tenía?, etc. Al cabo de un rato, me felicitó de que la primera fase ya la tenía superada. Y fuimos a la siguiente.

La siguiente consistía en pruebas "físicas", en esta apagó la luz del flexo. Hubo un silencio que asustaba, yo estaba intentando aguantar los nervios, cuando logré serenarme del todo me di cuenta de que se iba acercando hacía a mi por la espalda. Cuando justo estaba detrás me cogió del moño y me tiró hacía atrás, su cara estaba próxima a mi oreja ya que notaba su respiración.

- ¿Estás segura de poder seguir? -me preguntó.
-...si...- fue mi respuesta susurro.

El me tiró más fuerte del pelo:

-¡Dilo más fuerte, aquí no queremos chicas tímidas!
-¡SI!- le respondí con voz firme.

Entonces él me soltó del pelo y fue a subir las persianas. La sala se iluminó completamente. Era una habitación cuadrada, blanca y con el  mobiliario de la mesa, el sillón en la que estaba sentada y el flexo.

El señor que me entrevistaba tendría unos 40 años, pelo largo hasta los hombros, lacio y negro. De ojos negros y tez pálida como la leche. Es alto y fuerte y de expresión seria. Lleva un jersey de lana negro que se le apretaba todo el torso que parece esculpido. Unos pantalones negros de traje que le ceñían bien la cintura.

El estuvo mirándome por un segundo hasta que me ordenó que me levantara, yo toda obediente lo hice y él se sentó en el sillón abierto de piernas, el brazo derecho apoyado en el reposabrazos del sillón, y la cabeza inclinada. Me observaba perversamente, y yo cada vez me sentía más nerviosa y deseosa.
- Inclínate hacía la mesa, súbete la falda y menea las caderas sensualmente. -ordenó con tono muy estricto.

Yo toda ardiente y tímida lo hice despacio y torpemente. Le oí resoplar, y me di cuenta de que lo hacía demasiado mal. Fui concentrándome en el meneo y cada vez lo hacía mejor.

- Sin que yo te diga nada de lo que tienes que hacer quiero que me complazcas de lo contrario no obtendrás el puesto.

Me costó dos minutos en pensar qué le podría hacer, no sabía si le iba gustar el que le pusiera el condón o no, no sabía si estaría contagiado, etc. Al final me decanté por quitarme la ropa muy despacio hasta quedarme en ropa interior. Me puse a gatas y me fui hacía el muy despacio. Al llegar me puse en cuclillas y con las manos le rocé su miembro, al ver que iba aumentando se lo saqué de esa cárcel.

Primero le empecé a hacer una paja con las manos muy despacio y apretándole bien, al ver que se retorcía de placer se lo iba haciendo más rápido. Al cansarme con las manos se lo hice con la boca, primero despacio y luego muy deprisa, el me cogió la cabeza y guiaba el ritmo que el quería. Las embestidas eran tan fuertes que me hacían perder el conocimiento, hasta que al final echó su semilla en mi boca, y echó allí el resultado del placer que le di.

Al acabar, le miro y el con cara sonriente y ojos serios y me dice:

-Lárgate a tu casa no vales para este puesto de trabajo.

Con esa frase mi orgullo aumentó. Le desgarré el jersey de lana y le arañaba el torso, al ver que eso le ponía, se lo hacía más fuerte, que con esos roces le salían hilillos de sangre y su polla iba aumentando por segunda vez.

Sin poder pedirme algo, me puse encima de él, le cabalgué con tanta furia que no duró ni 3 minutos.

Y con su orgullo por los suelos él me contrató.

Escrita por Sybill